domingo, 1 de abril de 2012

Columa periódico El Sol de Tijuana domingo 1 de abril del 2012

Por: Jorge Sánchez Mejorada.

Leímos en la prensa que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público indicó que creció el gasto corriente un 9.4 por ciento en los dos últimos meses y muchos de nosotros nos quedamos con los hombros arriba y con cara de ¿what?. ¿Le dieron gerber al gasto público?¿cuántos centímetros creció el bebé?

Vamos por partes, ¿qué es el famoso gasto corriente?

Dice una definición más fría que pollo en congelador (como todas las de la enciclopedia de la economía): “Erogación que realiza el sector público y que no tiene como contrapartida la creación de un activo, sino que constituye un acto de consumo; esto es, los gastos que se destinan a la contratación de los recursos humanos y a la compra de los bienes y servicios necesarios para el desarrollo propio de las funciones administrativas”.

Así, ponemos por ejemplo comparativo con esto: los gastos de casa, lo que usted  y yo pagamos de energía eléctrica, gas, teléfono, despensa. También lo que consumimos en restaurantes, lujitos como joyitas, celulares. Todo aquello que usted  y yo ajustamos cuando la crisis nos llega a los bóxers. El gasto corriente aplica a servicios personales de funcionarios públicos (lo que gastan en celulares  o en restaurantes, por ejemplo) contratación de asesores (un mal endémico en toda la administración pública) lo último en ipads, computadoras de alta exigencia tecnológica, entre otras perlitas del gasto descontrolado.

Pero que aumente “sólo” un 9.4 por ciento. ¿Es bueno? ¿Podemos decir que aunque el enfermo haya fallecido hicimos lo esperado, lo correcto? Los subsidios también están contemplados en este gasto. Así que si fuera un aumento sólo en este rubro, pues no habría más que felicitaciones y buenos augurios para los funcionarios públicos. Pero no. Fíjese usted que los servicios personales reportaron una tasa de crecimiento anual de 3.8%; los subsidios y transferencias se elevaron 0.7% y otros gastos de operación aumentaron 22%.

Es decir sólo el 0.7% de este aumento se dedicó a los subsidios y lo demás para alimentar a la tremenda burocracia que arrastramos, llena de logros sindicales y otras linduras. Y así, reportan “otros gastos de operación” con un 22 por ciento como tasa de crecimiento anual, sin decirnos para qué se usan, en qué gasta. Nimiedades de la macroeconomía neoliberalista: Usted cállese y obedezca.

Así, podemos dormir tranquilos usted y yo, ya que nuestros recursos que aportamos a través de nuestros impuestos trabajan bien, para que los empleados que pagamos vivan mejor que nosotros, nos traten mal y ni siquiera quieran levantar el teléfono cuando les hacemos una llamada de consulta.

¿Por qué no decimos nada? Porque con esos indicadores tan generales al pueblo no nos indican nada. Un escueto comunicado en los medios de comunicación y nosotros como pericos lo repetimos en nuestras páginas de información económica, y los locutores especializados en economía, también lo repiten y además hasta se admiran de que haya bajado 11 puntos este gasto corriente anualizado desde el 2000 a la fecha.

Los empanizados, se paran el cuello y dicen que es resultado de la baja en “servicios personales” hacen tablas comparativas con el “México de antes y el de ahora” Si hablamos de inflación o de IPC (índice de Precios al Consumidor) veremos que desde el 2000 para acá la inflación ha aumentado casi al 40 por ciento. Y se admiran que el rubro de “servicios personales” haya disminuido sólo 11 por ciento. ¡Qué sinvergüenzas son!

La indignación que ahora sentimos debería ser reflejada en una exigencia mayor  a que nos muestren indicadores sensibles en específico. Me explico: Que me dieran el indicador de cómo se comporta el gasto en celulares. Que no me lo revuelvan en “otros gastos”. En México tenemos el servicio de telefonía celular más caro del mundo, por algo el hombre más rico del mundo está vinculado con una empresa de estas, y el gobierno que necesita estar muy comunicado, le hace el “caldo gordo” a las empresas de este servicio.

Me ha tocado ver en mi trato profesional con muchos “servidores” que estando fuera de su oficina no dejan de llamar por el celular a “x ó y” asunto sin importancia, o tan importantes como la grilla con un colega (40 minutos), la llamada a la amante para la cita más tarde (30 minutos) o a la oficina para que lo comuniquen con tal o cual persona ¿¿¿???, esto es real, no lo estoy inventando. Usted pregúntese que le diría a su hijo si llega con un cuentón de celular pretendiendo que se lo pague.

 O también el muy siniestro “gastos de representación” llámese borracheras y viejas con el jefe, o “viáticos”. Otro de los gastos que se arreglan con una invitación a los auditores del órgano de fiscalización al table dance (también por nuestra cuenta).

Propongo desde esta humilde tribuna que se haga jerarquía de los 10 rubros de gasto más delicados, que inflan este gasto hasta la estratósfera, y no se nos diera un número global como el reporte de Hacienda: “La Secretaría, a cargo de José Antonio Meade, señaló que el gasto neto presupuestario tuvo una tasa de crecimiento anual de 12.4%, al contabilizar 598 mil 219 millones de pesos. El reporte dio cuenta que el gasto de capital mostró una tasa de crecimiento anual de 31.7%, al contabilizar 88 mil 377 millones de pesos”.

Sino un desgloce por esos rubros, como 1.- Gasto en Celulares. 2.- Gasto en Viáticos. 3.- Gastos de representación, entre otros. Que esto se refleje en los resultados de los responsables, secretarios, directores, jefes, y veríamos un verdadero cambio cultural.

Gracias por sus comentarios a jorgesanchezmejorada@gmail.com. Pueden consultar todas las colaboraciones de este espacio en el sitio http://desenmascaradaeconomia.blogspot.com/
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Columa periódico El Sol de Tijuana jueves 29 de marzo del 2012

Por: Jorge Sánchez Mejorada.

Hoy hablaremos de los redondeos y del negocio del altruismo. Uno de los fenómenos que ha provocado el neoliberalismo es que todo sea enfocado como un negocio. “Nada de nada gratis” decían con sabiduría los abuelos que vivían en los ranchos. Usted seguramente ha sido abordado por un  cajero que le pide redondeo para alguna obra social. Hasta allí todo bien y hasta loable labor en bien de la comunidad.

¿Pero se ha puesto a pensar que el que aporta es usted y la empresa utiliza su dinero para decir que es generosa con México? Desafortunadamente, muchas (no todas, conste) de esas “fundaciones” que proliferan por todos lados son instrumentos para evitar al fisco. La empresa, al donar dinero, recibe por parte de la fundación un recibo que le exenta de miles y hasta millones de pesos en impuestos.

Aunque muchas  de estas empresas se defienden y dicen que no es para deducir, la mayoría evitan así pagar al fisco lo que deberían y de paso se “recargan” con el mérito de ser “benefactores” de los niños desvalidos por alguna enfermedad. Esto no quiere decir que las personas destinatarias de tan buenos propósitos no reciban su beneficio, lo que molesta es que en nombre de alguna buena acción se evada el dinero que debería aportase para las inversiones que el gobierno debería hacer.

Bueno sería que del otro bolsillo saliera el aporte, sin afectar la coperacha necesaria para que nuestro país salga adelante.

Y hablando de redondeos, ya comentábamos la aportación anterior que muchos cajeros y cajeras, al recibir como respuesta que no queremos redondear, ya que la cuenta fue de 21 pesos con 20 centavos. Decíamos que al pagar con un billete de veinte pesos y una moneda de 5 nos devuelven 3 pesos con 50 centavos, sin mediar palabra.

Si nos atrevemos a protestar y pedir nuestro cambio correcto de 3.80, nos ven con cara muy extrañada, como diciendo “¿y este bicho de dónde salió?”. “No tengo cambio” dicen con tono altanero. Y nosotros, para no hacer “el pancho” agachamos la cabeza y recibimos lo que nos dan a cambio.

Si usted compra algo en San Diego o San Isidro, por lo regular nos regresan el cambio exacto. Ellos siempre tienen “penis” para regresarnos y aunque acá en México existen las moneditas de 20 y 10 centavos, esas son para el cochinito de la cajera. Volvemos así al tema de que no seamos conformistas ya que si todos exigiéramos orden en esto, ningún cajero se despacharía con nuestros centavitos que poco a poco llenan el jarrito.

Un caso de empresa que se despacha con su dinero

Usted seguramente ha acudido alguna vez al cine, específicamente a Plaza Río por ejemplo.. Allí habrá usted visto que la dulcería ofrece que usted coopere con algunos pesos extras para los niños con deficiencias visuales. Ellos tienen una “fundación” que recaba este dinero y lo aplica en operaciones que remedian muchos males de la vista. ¡Qué bien hasta allí!

Pero, es su dinero y el mio el que recaban. Ellos no son capaces de poner ni un cinco extra. Mucha diferencia sería como aquellas campañas de antaño en que usted ponía un peso y la empresa generosamente ponía otro, como aliciente para generar su bondad. No, ahora quieren que usted sea el que desembolse y el mérito es del que recaba.

Cierto que hay muchos gastos administrativos para hacer llegar los recursos. Pero también salen de lo que usted aporta. O, ¿cómo comprobamos lo contrario? Va salir por allí algún funcionario de la empresa que nos diga que estos gastos son por cuenta de la empresa y quedará esto en dicho nada más, porque cómo auditarlos, si son una empresa privada y de lo que reciben no hay un registro confiable que asegure que el dinero va íntegro a la obra.

Además, queda también el punto de la exención de impuestos que usted promueve al cooperar con la causa. ¿Y a usted y a mi quién nos exenta por lo que damos? ¿Quién me exenta mi recibo de 5 pesitos? Y qué ridículo pensar en meter a mi contabilidad un recibito tan pequeño, ni el esfuerzo de manifestarlo, pero que alivio para la empresa deducir 5 pesos de yo, tú, él, nosotros y también vosotros. Miles y miles de pesos se ahorran a nuestras costillas. Eso es “jugarnos el dedo en la boca”, como diría mi Padre que en paz descanse.

La próxima vez que usted esté dispuesto a donar, mejor ayude a instituciones como la Cruz Roja, que sabemos lo importante que representa. No le hagamos el juego a esos “genios” fiscalistas y mercadotecnistas, que nos utilizan para fines que van más allá del mero gusto por ayudar a nuestros semejantes.

Ya hablaremos del fenómeno “Teletón” en su momento.

Acuérdese que usted puede y debe seguir denunciando anormalidades a la oficina de Inspección y Verificación Municipal, teléfono 973 7067 al 69, donde Daniel Arturo León Valdez es el director. Y si es tan amable de citarme copia, con gusto le damos seguimiento a su caso.

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sábado, 31 de marzo de 2012

Columa periódico El Sol de Tijuana domingo 25 de marzo del 2012

Por: Jorge Sánchez Mejorada.

Seguimos con las máquinas “casa muñecos” que usted y yo encontramos en los supermercados. Para empezar, ese tipo de negocios ambulantes no se deberían permitir en cualquier lugar. Deberían ser autorizados en centros de entretenimiento únicamente, ya que allí, sí pudieran ser verificadas por las autoridades. Vamos a concederle al señor verificador del Municipio que no es humanamente posible ver tantas máquinas en los territorios del ayuntamiento. Por esa razón es inconcebible que los permisos se extiendan así, sin ton ni son, dirían los abuelos.

Lo más sano, estimado lector, es que se abstenga de utilizar estos artefactos. Desafortunadamente pagarán justos por pecadores, porque el diseño de las máquinas son para que el jugador de pronto obtenga un regalo (mi esposa y yo hemos ganado algunos patos). Pero la mayoría están alteradas. Hable con los niños, no son tontos, digámosle la verdad de manera que logremos que abran los ojos y detecten el engaño.

Mientras tanto continúo denunciando la máquina ubicada en la sucursal de Soriana Aguacaliente, esa de dos pisos, donde supe por boca de los colaboradores de la tienda cómo la dueña alteró dicha máquina aflojándole las pinzas. No caiga usted en engaños, no se deje, denuncie a la oficina de Inspección y Verificación Municipal, teléfono 973 7067 al 69, donde Daniel Arturo León Valdez es el director.

Somos los clientes, no se nos olvide esto.

Dentro de los temas comunes de diálogos personales a cerca de economía de usted y yo, es muy común quejarnos de cómo fuimos atendidos en el banco, la tienda de autoservicio, en la tortillería, entre otras. Nuestra cultura de conformismo y de temor al conflicto nos hace agachar la cabeza cuando somos maltratados por los empleados soberbios de muchos establecimientos y no se diga si son servidores públicos a donde acudimos a un trámite.

Los clientes SIEMPRE tenemos la razón (aunque no la tengamos). El servidor público o privado, siempre tiene que darnos “la impresión” de que tenemos nuestro lugar y somos importantes para el negocio. En un conflicto de servicio siempre hay un malentendido, es decir, si no estamos de acuerdo con algo es que no nos ha quedado claro. El deber del servidor es explicarnos sin enojo ni burla, los puntos con claridad.

Pero ocurre que ante la menor contradicción del cliente, la persona detrás del mostrador se pone a la defensiva y nos trata como a retrasados mentales porque no entendemos “las políticas de la empresa”. Entonces, como nadie dice nada, encontramos ínfima calidad en lo que adquirimos. Si vamos a una tortillería, el producto está con agujeros, rotas las tortillas o de mal sabor. “No hay devoluciones” rezan los anuncios del negocio. Y nosotros muy obedientes no nos quejamos de los atropellos, simplemente nos aguantamos y dejamos para la próxima vez a ver si ahora salen buenas.

Si nos atrevemos a protestar viene hasta el gerente. Entonces si vamos con algún familiar nos dice “ya no armes tanto alboroto, vámonos” y dejamos así las cosas, sin atrevernos a encarar a esos mal servidores. Tenemos ataques de “prudencia” que nos evitan reclamar lo que debemos exigir: Buen servicio y calidad en lo que adquirimos.

Un ejemplo de estos malos servidores lo vemos en muchas cajeras de las tiendas de autoservicio de la ciudad. ¿Se ha dado cuenta que nunca tienen cambio? Ponen ofertas a 9.95 pesos y nunca existen los cinco centavos de cambio, el redondeo es automático. Llega uno y la cajera pregunta ¿desea redondear? Decimos que no, que no queremos redondear. Si la cuenta asciende digamos por ejemplo a 103 pesos con 5 centavos y pagamos con 105 pesos, la cajera nos devuelve el cambio de 1 peso con 50 centavos sin decir nada de por medio. Si reclamamos nos dice de manera grosera y admirada por el atrevimiento a cuestionarla que no tiene cambio, que la cosa es así en Tijuana, que nadie tiene “moneditas”.

Insistimos que queremos nuestro cambio. Abre la caja y milagrosamente aparecen monedas de 10 centavos que tenía allí guardadas. Reclamamos: “por qué no da el cambio bien” y contesta: “porque aquí en Tijuana así es la cosa, unos redondean pa delante y otros pa tras”. El caso es que es el negocio particular de la cajera, son unos centavitos aquí, otros allá y de poquito en poquito saca una buena renta al mes a costa de nuestro conformismo y nuestro miedo al conflicto.

Y si el gerente de la tienda no se da cuenta de esto, pues siguen sangrando indebidamente a los clientes, y ellos no dan cuenta de esto al responsable. Le aseguro que si usted se toma la molestia de hablar con el responsable cambiaría la cultura de la tranza, cuando menos en este “pequeño” capítulo.

Lo invito a poner su granito de arena en la solución de estos “mínimos” problemas, que se traducen en una cultura del engaño y la tranza en todos los aspectos de nuestra vida mexicana.


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jueves, 22 de marzo de 2012

Columa periódico El Sol de Tijuana jueves 22 de marzo del 2012

Vamos a dejar los estacionamientos un rato, mientras recibimos más retroalimentación de ustedes, estimados lectores, y de los actores (autoridades) que están relacionados con estos reglamentos. Se vale el derecho de réplica, si usted es dueño de algún espacio de este tipo y quiere darnos su óptica, esta tribuna pública está también a su servicio. Bienvenido en cualquiera de los medios de comunicación citados al pie de esta columna.

Hoy tocaremos otro tema muy rasposo y que deja temblando sobre todo a quienes tienen hijos pequeños y acuden simplemente a un supermercado. Me refiero a las maquinitas mecánicas que usted ha visto en cada centro comercial que acude y que se han multiplicado más que mosquitos en temporada de lluvias. Esas que por ejemplo atrapan muñecos de peluche y que según su “habilidad” puede o no engancharlo con una grúa de tres tenazas y depositarlo en la caja que comunica con el exterior.

Pues resulta que muchos pequeños se emocionan con la posibilidad de atrapar uno de estos juguetes y los padres muchas veces por la insistencia o berrinche del chiquillo sacan 5 pesitos para darle gusto. Pues la máquina, si está bien ajustada, entregará dependiendo del tino del operario algún regalo de vez en cuando. Hasta allí vamos más o menos, con mucha tolerancia, de acuerdo. Sin embargo no faltan los ladrones y vivales que desajustan las tenazas y entonces nunca se puede agarrar un premio.

Con mucho coraje e indignación hemos comprobado esto. Hay una máquina en el estacionamiento inferior de la Tienda Soriana que se ubica en Agua Caliente, frente a la famosa “Recta” de la Chapultepec. Para mayor referencia usted debe recordar que la tienda se encuentra en el segundo piso y el estacionamiento ocupa el espacio inferior. Allí, frente a la rampa eléctrica,  hay un instrumento de robo (porque no se le puede llamar de otra manera) que fue alterado para sustraerle el dinero a los incautos que quieren sacar un muñeco.

No estoy acusando a nadie sin haber hecho mi tarea de investigación. Uno de los empleados de la Tienda, que por obvias razones no mencionaré aquí, fue testigo de cuando la dueña de la máquina llevó a un individuo que aflojó las tenazas, para que la máquina no diera ningún premio. Aunado a esto, la señora “muy decentemente”, aplicó su ingenio para cautivar más ingenuos colocando con una liga billetes de dólares y hasta de doscientos pesos a los muñequitos, sabiendo de antemano que si inversión era muy segura.

Además, la máquina no tiene por ningún lado información de la empresa o persona que la opera, además de lucir un sello de operación del ayuntamiento muy gastado (y hasta creo que raspado intencionalmente), que impide ver si su vigencia de permiso es vigente o no.

Acudí con el verificador de reglamentos del municipio de Tijuana, Daniel Arturo León Valdez, y le comenté –a manera de ejemplo de muchísimos casos similares en toda la ciudad- de este caso y qué hacía el municipio al respecto. El me comentó (como siempre pasa) que su chamba no es ver si la máquina funciona correctamente o no (lo tengo grabado). Que él solamente verifica que sus permisos estén en orden. Que le corresponde a Profeco checar el funcionamiento de esas máquinas y que él no tiene personal suficiente para checar en toda la ciudad estos atropellos.

Me dijo que por ejemplo habían clausurado recientemente un negocio grande de la Plaza Río y que eso indicaba que estaban haciendo su trabajo como Dios manda. El único permiso que se necesita para poner una “trampa” de estas es el uso de suelo. A ellos no les importa ni checan si la máquina funciona bien o no, sólo piden algunos datos del lugar y ya está, su banquito ladrón está funcionando para su beneficio.

Además, el hecho de ponerle billetes a los premios infringe la ley de juegos y sorteos y se debe penalizar hasta con cárcel a quien hace esto sin el consentimiento de la autoridad. Para cuando se publique esta columna ya habrán retirado dichos billetes, pero hay muchos testigos, empleados de la tienda, que podrán constatar este abuso.

Así pues el señor verificador anotó mi denuncia –que ahora la hago pública- y quedó de mandar un inspector a dicho lugar, y de encontrar anomalías con respecto al permiso clausuraría dicha máquina. Pues ya pasaron varias semanas y la máquina está allí tan campante. Y yo tratando de encontrar al director de la dependencia para saber qué había pasado y él no se digna a tomarme el teléfono para darme razón de este caso.

Si yo acudo como periodista y no me atienden. ¿Qué será del ciudadano común que hace una denuncia a los teléfonos que él mismo me proporcionó? y que se puso a mis órdenes cuando yo quisiera ampliar mi información, hasta tarjeta con su correo electrónico me proporcionó,  (por más que me haya dicho Christian de Comunicación Social que se “puso a mis órdenes sólo por cortesía elemental”, sin el verdadero propósito de atenderme, entiendo yo ¿¿¿???).

Aquí seguiremos esperando a recibir más información al respecto, amable lector, y a ver si ahora sí puedo comunicarme con el funcionario que debería estar al tanto de estas denuncias y que por lo visto se le ha pasado por exceso de trabajo, por atender denuncias mucho más graves, o por simple displicencia quiero pensar bien.

Acuérdese que usted puede y debe seguir denunciando anormalidades a la oficina de Inspección y Verificación Municipal, teléfono 973 7067 al 69, donde Daniel Arturo León Valdez es el director. Y si es tan amable de citarme copia, con gusto le damos seguimiento a su caso.

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domingo, 18 de marzo de 2012

Neoliberalismo rampante

Columa periódico El Sol de Tijuana domingo 18 de marzo del 2012

Estamos hablando aquí de los estacionamientos públicos. Señalamos en aportaciones anteriores de muchos agujeros que le hacen falta al reglamento municipal a cerca de su uso. Es admirable que esto sea un mal endémico, ya que he recibido amables comentarios de otras partes del país donde me indican que son problemas comunes de muchas ciudades de este México lindo y querido.

Los microeconomistas, es decir, usted y yo amable lector, seguimos sufriendo los embates de estos negocios neoliberalistas, que buscan privilegiar el lucro al servicio y de la noche a la mañana, en aquellos lugares libres aparecen sendas casetas y plumas para tratar de exprimirnos más, no sólo con la compra en el establecimiento en custión, sino con un cobro desmedido y abusivo.

¿Ha notado usted que en lugares de estacionamiento como el Mercado Miguel Hidalgo, hay hasta “viene, vienes”? Aparte de cobrarnos al cliente el servicio y el favor que hacemos al ir a comprar allí, nos enjaretan individuos que sólo por abanicar el aire quieren cobrarnos extra. Y dirán los genios administradores del Mercado: “es voluntaria la propina” pero el chantaje emocional para darles monedas no lo libran la mayoría de los usuarios.

Ya que imagine usted, el señor “viene, viene” ya “hizo” su trabajo de maniobrar en el aire con sus manos nuestro volante, con precisas indicaciones vocales, lo escuche usted o no, y con autoridad celestial deteniendo el tráfico para que usted pueda hacer la maniobra de reversa. Pues es muy injusto no rodar una moneda para el “pobre” señor. ¡Ah!, pero no se le ocurra a usted ignorarlo. Porque le pondrá cara de migra gringo y usted se quedará con la impresión de que en la próxima visita usted podría tener un “accidente” con una llanta ponchada. Así que la doble contribución se da y de pesitos en pesitos se nos va una lana.

No se le vaya a perder el boleto, se lo pedimos encarecidamente, de lo contrario usted será recibido por el administrador del estacionamiento como un cerdito recién cocinado con todo y manzanita en la boca, ya que tendrá que pagar todo el día de 12 horas de multa. El argumento es que se cobra así porque de otra manera a todos los transas y desvalorizados usuarios como usted y yo, se nos perdería el boleto y pues se terminaría el negocio. Se asume que nadie es honesto, que todos queremos abusar del servicio y por tanto se tienen que proteger. Cuando si analizamos el problema, se podría confiar en la palabra del usuario y en los pocos casos de vehículos con dos o más días estacionados, se podrían identificar y cuidar del gol.

Este y otros temas relacionados con los estacionamientos se están tratando por los regidores del municipio de Tijuana. Me recibieron muy amablemente la regidora Franciscana Krautze y el Profr. Eduardo Enrique Parra Romero, quien este último es parte de la Comisión de Seguridad Pública,  me dijo el profesor que se está estudiando el reglamento para mejorarlo y tratar de tapar los hoyancos que padece.

Aquí, como lo diría el Adal Ramones, indico las propuestas que he impulsado y algunas otras que hemos recibido de sus amables comentarios que han llegado a mi correo, twitter y facebook.

1.- Que se exija al solicitante de licencia que una parte de los estacionamientos sea gratuita, un 20 o 30 por ciento de los lugares disponibles.

2.- Que siempre se den unos 15 minutos de gratuidad, con el fin de pasar a dejar a una persona, o simplemente porque nos olvidamos de la cartera y queremos salir.

3.- Que exista un límite de cobro. Que sea manifiesto en la entrada de los estacionamientos.

4.- Que se establezca una multa por pérdida de boleto, que sea del 50 por ciento del cobro por día. Y que en caso de una disputa por un vehículo que lleva varios días estacionado, exista un comité que dependa de la dirección de Inspección y Verificación Municipal, integrado por el mismo personal que labora actualmente, para mediar entre las partes y que deje de ser unilateral la decisión.

5.- Que se establezca una tarifa justa, de acuerdo con los servicios que ofrezca el estacionamiento. Que sea la misma cuota ya sea de día y de noche, no se vale asaltar a los trasnochados de la zona centro con cuotas que van más allá de los 100 pesos. Que se prohíban los “viene viene” y que no se permita al personal de seguridad recibir propinas por parte de los usuarios.

6.- Que en el exterior del estacionamiento se señale claramente la tarifa por horas, para que esto no se preste a sorpresas y engaños.

7.- Algo muy importante. Que se retiren los letreros mentirosos de que el estacionamiento “no se hace responsable de robo total o parcial, y de los daños que reciba el vehículo durante su estancia”  Y esto se refiere a roturas de cristales, abolladuras notables etc. Que la dirección de Verificación Municipal implemente una campaña de chequeo de que todos los estacionamientos cuenten con su seguro de responsabilidad civil vigente, como lo exige el reglamento en vigor.

Acuérdese que usted puede seguir denunciando anormalidades a la oficina de Inspección y Verificación Municipal, teléfono 973 7067 al 69, donde Daniel Arturo León Valdez es el director.

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viernes, 16 de marzo de 2012

Columa periódico El Sol de Tijuana jueves 15 de marzo del 2012

Seguimos comentando este tema que pega en el bolsillo muy agujereado de nosotros los microeconomistas. Me refiero a los estacionamientos públicos que llevan pluma y caseta, como si fuera bombín y bastón de tiempos ya idos. Y me refería en la pasada entrega al estacionamiento del aeropuerto, que es uno de los ejemplos más desagradables de “robo en despoblado”.

El domingo pasado llegó mi hijo seminarista de Guadalajara y tuvimos que ser una más de las víctimas cautivas de este despiadado símbolo del neoliberalismo tijuanense. Además del cobro desmedido que ya comentábamos antes (30 pesos la hora) a estos señores se les ocurre hacer “corte” minutos antes de las 12 de la noche y para tal efecto sacan de línea todas las máquinas cobradoras. Es decir, te hacen esperar 10 minutos para volver a activarlas. Al preguntarle a un tipo muy mal encarado y grosero, llamado Fernando O. (sus jefes han de conocerlo) si en caso de pasarse esos 10 minutos habría consideración en el costo me contestó muy altanero que no, que como quiera se cobraría la fracción del tiempo.

A estas alturas la línea de usuarios formada para pagar era ya de casi 10 personas más sus familiares, ya que acababa de llegar el vuelo. Se solidarizaron con un servidor y llovieron los reclamos. Una atenta señorita con una actitud muy diferente a la del tipo soberbio y altanero trató de explicar que esas eran las políticas de la empresa y que nada podían hacer ellos. En cambio el tipo, con sorna, nos dijo pues que ya no nos estacionáramos allí si no nos gustaba el servicio (¿¿¿???) como si hubiera 20 opciones más de estacionamiento en la región del aeropuerto.

Le dedico estas letras a los administradores del aeropuerto, porque en mi próxima visita a PROFECO les fincaré una denuncia por abuso en el cobro, así como lo invito a usted amable lector a que se tome la misma molestia que yo y me lo informe, para darle seguimiento a la autoridad y ponga el dedo en la llaga de estos bandidos.

Volviendo a las entrevistas que me hicieron el honor de recibirme en sus oficinas del Ayuntamiento de Tijuana, el Secretario de Desarrollo Urbano, el Arq. David Navarro Herrera, comentó que es increíble que en el centro los estacionamientos cobren una cuota de día y hasta 3 veces más de noche, como si el alumbrado público utilizara petróleo libio para funcionar. Nadie puede hacer algo al respecto porque hay un hueco –como decíamos- en el reglamento que no regula los cobros.

Asimismo, nos dice que esa “leyenda urbana” que pregonan la mayoría de los anuncios y hasta impresa en los boletos de “No nos hacemos responsables por daño, robo parcial o total de su automóvil” es TOTALMENTE FALSA. Sí, lee usted bien, los que cobran estacionamiento están obligados a tener un seguro de responsabilidad civil, que LOS OBLIGA, repito, a pagar cualquier incidente de este tipo que ocurra en sus instalaciones. Pero si nos dan un lleguecito nos dicen con hipocresía manifiesta “lea su boleto” o “mire que dice allí”. Aún más si nuestro vehículo es sustraído de sus instalaciones dicen “no hay, no hay” como el magnífico personaje de Héctor Suárez. No denunciamos nunca y hasta con el robo nos conformamos y no exigimos nuestros derechos. Debemos adoptar la cultura de la denuncia siempre, por mínimo que sea el robo o el rasponcito, de esa manera podremos empezar a rodar el pesadísimo engranaje de la responsabilidad.

Usted puede denunciar estos hechos a la oficina de Inspección y Verificación Municipal, teléfono 973 7067 al 69, donde Daniel Arturo León Valdez es el director –quien me recibió amablemente en su oficina pero desafortunadamente no me ha tomado el teléfono, a pesar de haberse puesto a mis órdenes. Ojalá que a usted sí lo atiendan como es debido. Además de acudir a la oficina de Profeco, donde tengo pendiente apersonarme para este y varios temas en la agenda.

Cultura del conformismo.

Quiero dedicar una pequeña reflexión a este tema mexicanísimo. Estamos acostumbrados a conformarnos con la arbitrariedad, es decir, a voltear la cara y pagar de mala manera algo que sabemos que no está bien. Y si digo mexicanísima, es porque esto ocurre de manera muy reducida en otros países, no vayamos muy lejos, aquí con nuestros vecinos de San Isidro y San Diego.

Si usted reclama algo allá es tomado muy en serio su desacuerdo y se trata de llegar a un arreglo justo para ambas partes. Si no existe dicho arreglo usted puede llamar a la policía en ese momento, para acudir a la corte y dirimir en otra instancia. Allá, la cultura de la denuncia es muy fuerte y las demandas progresan a favor del afectado. Por eso los comercios se esmeran en atenderle con rectitud. Siempre encontrará pennys (pennies) de cambio, no redondeos a favor del cajero -un tema basto que trataremos en otra entrega.

En cambio acá la flojera, el miedo al conflicto y la desidia nos llevan al conformismo. Y el mal servidor, al ver que esta estratagema le resulta, pues convierte su mala conducta en hábito. Y si alguien esporádicamente reclama, pues es tratado como bicho raro y avaro. Nos hace sentirnos tan mal que de plano desistimos avergonzados y agachamos la cabeza. No señores, podrán ser 20 centavitos o varios miles de pesos, es lo mismo, decía el abuelo de mi señora: “no se puede ser medianamente honesto, sé es o no sé es, punto”.

Invito al pasaje a ser valiente y no dejarse así como así, a preguntar. Si se duda y si no convence el argumento, a darse la tarea de investigar y denunciar, sólo así podremos hacer algo en contra de este neoliberalismo rampante que nos agobia. Aquí seguiremos dándole tips a quién acudir, dónde denunciar.

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