Por: Jorge Sánchez Mejorada.
Leímos en la prensa que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público indicó que creció el gasto corriente un 9.4 por ciento en los dos últimos meses y muchos de nosotros nos quedamos con los hombros arriba y con cara de ¿what?. ¿Le dieron gerber al gasto público?¿cuántos centímetros creció el bebé?
Vamos por partes, ¿qué es el famoso gasto corriente?
Dice una definición más fría que pollo en congelador (como todas las de la enciclopedia de la economía): “Erogación que realiza el sector público y que no tiene como contrapartida la creación de un activo, sino que constituye un acto de consumo; esto es, los gastos que se destinan a la contratación de los recursos humanos y a la compra de los bienes y servicios necesarios para el desarrollo propio de las funciones administrativas”.
Así, ponemos por ejemplo comparativo con esto: los gastos de casa, lo que usted y yo pagamos de energía eléctrica, gas, teléfono, despensa. También lo que consumimos en restaurantes, lujitos como joyitas, celulares. Todo aquello que usted y yo ajustamos cuando la crisis nos llega a los bóxers. El gasto corriente aplica a servicios personales de funcionarios públicos (lo que gastan en celulares o en restaurantes, por ejemplo) contratación de asesores (un mal endémico en toda la administración pública) lo último en ipads, computadoras de alta exigencia tecnológica, entre otras perlitas del gasto descontrolado.
Pero que aumente “sólo” un 9.4 por ciento. ¿Es bueno? ¿Podemos decir que aunque el enfermo haya fallecido hicimos lo esperado, lo correcto? Los subsidios también están contemplados en este gasto. Así que si fuera un aumento sólo en este rubro, pues no habría más que felicitaciones y buenos augurios para los funcionarios públicos. Pero no. Fíjese usted que los servicios personales reportaron una tasa de crecimiento anual de 3.8%; los subsidios y transferencias se elevaron 0.7% y otros gastos de operación aumentaron 22%.
Es decir sólo el 0.7% de este aumento se dedicó a los subsidios y lo demás para alimentar a la tremenda burocracia que arrastramos, llena de logros sindicales y otras linduras. Y así, reportan “otros gastos de operación” con un 22 por ciento como tasa de crecimiento anual, sin decirnos para qué se usan, en qué gasta. Nimiedades de la macroeconomía neoliberalista: Usted cállese y obedezca.
Así, podemos dormir tranquilos usted y yo, ya que nuestros recursos que aportamos a través de nuestros impuestos trabajan bien, para que los empleados que pagamos vivan mejor que nosotros, nos traten mal y ni siquiera quieran levantar el teléfono cuando les hacemos una llamada de consulta.
¿Por qué no decimos nada? Porque con esos indicadores tan generales al pueblo no nos indican nada. Un escueto comunicado en los medios de comunicación y nosotros como pericos lo repetimos en nuestras páginas de información económica, y los locutores especializados en economía, también lo repiten y además hasta se admiran de que haya bajado 11 puntos este gasto corriente anualizado desde el 2000 a la fecha.
Los empanizados, se paran el cuello y dicen que es resultado de la baja en “servicios personales” hacen tablas comparativas con el “México de antes y el de ahora” Si hablamos de inflación o de IPC (índice de Precios al Consumidor) veremos que desde el 2000 para acá la inflación ha aumentado casi al 40 por ciento. Y se admiran que el rubro de “servicios personales” haya disminuido sólo 11 por ciento. ¡Qué sinvergüenzas son!
La indignación que ahora sentimos debería ser reflejada en una exigencia mayor a que nos muestren indicadores sensibles en específico. Me explico: Que me dieran el indicador de cómo se comporta el gasto en celulares. Que no me lo revuelvan en “otros gastos”. En México tenemos el servicio de telefonía celular más caro del mundo, por algo el hombre más rico del mundo está vinculado con una empresa de estas, y el gobierno que necesita estar muy comunicado, le hace el “caldo gordo” a las empresas de este servicio.
Me ha tocado ver en mi trato profesional con muchos “servidores” que estando fuera de su oficina no dejan de llamar por el celular a “x ó y” asunto sin importancia, o tan importantes como la grilla con un colega (40 minutos), la llamada a la amante para la cita más tarde (30 minutos) o a la oficina para que lo comuniquen con tal o cual persona ¿¿¿???, esto es real, no lo estoy inventando. Usted pregúntese que le diría a su hijo si llega con un cuentón de celular pretendiendo que se lo pague.
O también el muy siniestro “gastos de representación” llámese borracheras y viejas con el jefe, o “viáticos”. Otro de los gastos que se arreglan con una invitación a los auditores del órgano de fiscalización al table dance (también por nuestra cuenta).
Propongo desde esta humilde tribuna que se haga jerarquía de los 10 rubros de gasto más delicados, que inflan este gasto hasta la estratósfera, y no se nos diera un número global como el reporte de Hacienda: “La Secretaría, a cargo de José Antonio Meade, señaló que el gasto neto presupuestario tuvo una tasa de crecimiento anual de 12.4%, al contabilizar 598 mil 219 millones de pesos. El reporte dio cuenta que el gasto de capital mostró una tasa de crecimiento anual de 31.7%, al contabilizar 88 mil 377 millones de pesos”.
Sino un desgloce por esos rubros, como 1.- Gasto en Celulares. 2.- Gasto en Viáticos. 3.- Gastos de representación, entre otros. Que esto se refleje en los resultados de los responsables, secretarios, directores, jefes, y veríamos un verdadero cambio cultural.
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